sábado, 31 de marzo de 2018

De la evaluación a la calificación: "hagámoslo lo más fácil posible". (y 2)

Comienzo esta entrada con el pensamiento que será la última en la que trate evaluación y calificación, ya que mi intención es la de cambiar de tercio y dedicar la investigación hacia otros aspectos que también me interesan.

En mi anterior entrada os comentaba la idea en la que estaba trabajando: una hoja de cálculo en la cual se evaluara y calificara y que estuviese acorde con la normativa ( en este caso, la de Andalucía) para que no hubiese ningún tipo de problema legal. Me gusta que cuando propongo algo, se pueda poner en práctica y que además se tengan las herramientas adecuadas para que resulte lo más fácil posible su realización.

Parto de una serie de premisas:

          1.- Personalmente no creo en las calificaciones (eso ya lo sabéis si habéis leído algo de lo que publico). Una nota es una clasificación que estandariza y castiga al alumnado con respecto a unos estándares homogéneos que nada tienen que ver con el desarrollo personal y las aptitudes que se puedan poner en práctica.

          2.- Sí creo en la evaluación, pero en ésa que ayuda a empujar al alumnado a que consiga su desarrollo personal con respecto a él o ella mismo. No en comparación con el resto de la clase /grupo o agrupamiento que sea. Por lo tanto, la evaluación que defiendo en la de consecución de aquello que se va marcando de forma personal, no de lo marcado por parte de una administración que establece unos currículos por niveles, ciclos, con estándares para suspender (sí, con esas palabras) a toda persona que no los consiga. No quiero extenderme más porque todo eso lo he expuesto en anteriores entradas.

          3.- Actualmente nuestra normativa establece que hay que hacer constar calificaciones al menos tres veces a lo largo del curso escolar.  Dicha normativa también establece que son los criterios de evaluación lo que nos sirve para saber en qué grado de capacitación está el alumnado.

Uniendo estas dos ideas, evaluación y calificación, he intentado desarrollar una hoja de cálculo que las una.

Están pensadas para seguir el siguiente proceso:

          1.- Se estudia detenidamente cada uno de los criterios de evaluación, y ayudándose de los demás elementos curriculares (objetivos, contenidos, indicadores y estándares) se establece para cada uno de ellos una lista de cotejo, bien en forma de rúbrica o en forma de lista con aspectos independientes.

          2.- Una vez realizado este trabajo, se edita la hoja de cálculo con la siguiente secuencia:
               2.1. Se establece la secuenciación de los criterios para cada uno de los niveles del ciclo.
               2.2. Se establece la ponderación de los criterios para cada uno de los niveles.
               2.3. Se introducen las listas de cotejo para cada uno de los criterios.

Una vez configurada con esos datos, ya podemos trabajar con ella. Lo único que se trataría sería ir marcando con una "X"  los aspectos que se van consiguiendo por cada alumno o alumna. Para ello tiene la posibilidad de imprimir un cuaderno del profesorado y también un cuaderno del alumnado que permite la autoevaluación e ir marcando los logros personales.

Al finalizar cada evaluación, nos ofrece una nota que podríamos trasladar al boletín, teniendo en cuenta los criterios y aspectos de cada criterio trabajados en esa evaluación y la ponderación que hayamos realizado.

Al acabar el ciclo nos ofrece la aportación que hace el área a cada una de las competencias. (Hay una hoja en la cual si se han completado las hojas de cada área, nos ofrece el grado competencial).

Os tengo que advertir de un inconveniente: La hoja está realizada con software libre, con el paquete ofimático de Libre-office / Open-office y tienen extensión “ods”. Su uso con otro programas de hojas de cálculo no es posible, ya que hay algunas funciones de la hoja que no son reconocidas por programas que no sean éste. Como la distribución de LibreOffice está disponible gratuitamente para cualquier sistema operativo (Linux, Windows y Mac) aconsejo su instalación y uso.

Existen tres paquetes de archivos en formato comprimido, correspondiente a cada uno de los ciclos que componen la Educación Primaria. En cada paquete nos encontramos una hoja de cálculo para cada área, además de otros dos archivos (también hojas de cálculo) que son complementarias y necesarias. Estas dos hojas corresponden a: una primera, que recoge el nombre de los alumnos para que en todas las demás hojas tengan el mismo orden, y una segunda que se usará al acabar el ciclo y donde se obtienen los grados competenciales del alumnado.

Todas las hojas de áreas tienen el mismo formato, y vienen precargadas con los criterios de cada área y de cada ciclo, así como su relación con las competencias clave marcadas por el currículo andaluz. Si alguna persona lo quiere adaptar a su comunidad o legislación, sólo tiene que ponerse en contacto conmigo y le ofrezco toda la base de fórmulas usadas.

Destacamos también que la hoja está pensada para su uso durante los dos niveles del ciclo, ya que los criterios deben desarrollarse durante este periodo de tiempo. Igualmente se ha tenido en consideración un número total de alumnos y alumnas igual a treinta. Es importante que se sigan las instrucciones concretas del apartado de introducción de nombres para evitar posibles errores.

ENLACES:

Manual de la hoja de cálculo para ver la funcionalidad.

Paquete zip con las hojas de cálculo para el primer ciclo de primaria.

Paquete zip con las hojas de cálculo para el segundo ciclo de primaria.

Paquete zip con las hojas de cálculo para el tercer ciclo de primaria.

Hoja "ods" para usar como ejemplo y poder trastearla.

Espero que esto sea útil a alguna persona.







miércoles, 21 de marzo de 2018

De la evaluación a la calificación: "hagámoslo lo más fácil posible".

Quiero comenzar haciendo una confesión:" Mientras más estudio y pienso el tema de la evaluación, menos sé del mismo".

En un intento de aunar lo que sería la evaluación y la calificación voy a intentar mostrar en las siguientes entradas (en esta un poco de fundamentación, y en la próxima una herramienta siguiendo este pensamiento), un sistema que al principio puede resultar un poco trabajoso, pero que una vez configurado creo que puede facilitar la labor tanto de la evaluación como de la calificación.

Parto de la siguiente premisa:"La base fundamental de la evaluación es el criterio".Con la normativa que tenemos ahora, el criterio es el que marca todo el posterior diseño curricular, incluida la evaluación. Con este diseño curricular me refiero a que la programación o las unidades didácticas integradas deben partir del mismo, y que son ellos los que deben absorber los demás, es decir, contenidos, indicadores, estándares, o cualquier otro que se nos ocurra. El contenido debe dejar de ser el objeto evaluable pasando a ser una mera ayuda para saber qué se va a analizar (que no calificar) en el desarrollo del criterio.

Tras esta premisa, el primer paso que propongo es la asignación de los distintos aspectos que nos permitan ver el estado de logro de cada criterio. Esto puede hacerse mediante dos procesos, un establecimiento de rúbricas o bien la redacción de una lista de cotejo.

La rúbrica supone el establecimiento de grados de consecución de lo que es expuesto en el criterio. Se pueden establecer todos los grados que se quieran, aunque hay un consenso generalizado en que una rúbrica debería tener entre tres y seis grados. Normalmente se proponen siempre grados en un número par, ya que hay una tendencia generalizada a marcar en caso de duda el grado central (por aquello de "in medium virtus".

Otra característica de las rúbricas es que los grados superiores asumen a los inferiores. Si hemos optado por hacer la rúbrica de un criterio en cuatro grados, podríamos diseñarla de la siguiente forma:

          Grado 1: Consigue menos del 25% de lo marcado por el criterio.
          Grado 2: Consigue entre el 25% y el 50%.
          Grado 3: Consigue entre el 50% y el 75%.
          Grado 4: Consigue más del 75%.

Un ejemplo, tomando como base un criterio inexistente, pero que nos puede aclarar.

     Criterio: Lee en voz alta 120 palabras por minuto.

     Rúbrica:

          Grado 1: Lee menos de 30 palabras por minuto.
          Grado 2: Lee entre 30 y 60 palabras por minuto.
          Grado 3: Lee entre 60 y 90 palabras por minuto.
          Grado 4: Lee más de 90 palabras por minuto.

Ya sé que el ejemplo es muy simple, pero ¿a que se ha entendido?

Cuando ya complicamos un poco el criterio es cuando también nos complicamos en la redacción de la rúbrica. Si añadimos al criterio más datos y lo redactamos de la siguiente manera:

     Criterio: "Lee en voz alta 120 palabras por minuto con un tono de voz adecuado, sin errores en la dicción de las palabras y comprendiendo lo que se ha leído"

estamos ya en un problema: ¿Cómo definimos los grados teniendo en cuenta todas esas variables?

Ya sé lo que estáis pensando: "Se establece una rúbrica por cada uno de esos aspectos y problema solucionado". Pues sí, es una solución, pero de una rúbrica hemos pasado a tener cuatro o cinco de un mismo criterio. Tenemos una para la velocidad, otra para el tono de voz,  otra para los errores y otra para la comprensión. Es factible siempre que no se nos acumulen las rúbricas de los criterios.

Otra posibilidad es hacer una sola rúbrica con los grados de cada aspecto, incorporando en cada grado todas esas variables. Aquí me surge una pregunta ¿qué pasa si lee entre 61 y 90 palabras, no comprende nada y falla en la dicción de algunas palabras? ¿Qué grado le ponemos si exactamente no corresponde a ninguno de los marcados?

Dicho esto sobre las rúbricas, paso a exponer la segunda propuesta, la que denominamos "listas  de cotejo" o usando el anglicismo, la "checklist".

Una lista de cotejo es una relación de ítems que se pueden ir marcando a medida que se van logrando.Por ejemplo, si el criterio de evaluación fuese

     Criterio: "Nombra, a partir de su forma, figuras geométricas de tres y cuatro lados"

podríamos hacer una lista de cotejo al estilo:

          1.- Reconoce y nombra el triángulo.
          2.- Reconoce y nombra el cuadrado.
          3.- Reconoce y nombra el rectángulo.
          4.- Reconoce y nombra el rombo.
          5.- ...

con lo que bastaría marcar cada ítem cuando se haya conseguido.

El ejemplo anterior se ha considerado que la lista sea de ítems independientes, pero esto se puede modificar. Una lista, al estilo de la rúbrica, puede contener grados, así, podemos pasar la rúbrica puesta como ejemplo anteriormente a una lista de cotejo:

          1.- Lee menos de 30 palabras por minuto.
          2.- Lee entre 30 y 60 palabras por minuto.
          3.- Lee entre 60 y 90 palabras.
          4.- Lee más de 90 palabras por minuto.
          5.- Utiliza un tono de voz adecuado
          6.- Lee sin errores en la dicción.
          7.- Comprende  menos el 50% del texto leído.
          8.- Comprende más del 50 % del texto.

La propuesta personal para la evaluación va más por la línea de las listas de cotejo que por la rúbrica. Pienso que es más clara y objetiva.

Otro aspecto por el que abogo por el uso de las listas es que al alumnado le va a resultar más fácil hacer una autoevaluación de su progreso.

Si estamos hablando de evaluación, no debemos olvidarnos que el alumnado es y debe ser "arte y parte" de ese proceso. Debe conocer qué es lo que tiene que ir logrando e incluso debería tener una copia para que él o ella señalara lo que va consiguiendo.

Si nuestra intención es la de compartir la rúbrica o la lista con el alumnado, tendríamos que hacer la formulación de los aspectos de una manera comprensible para ellos. Es más, podríamos considerar (y esto ya sería la repanocha) el aspecto co-evaluativo. Hay aspectos que admiten que el resto de compañeros y compañeras ofrezcan una valoración siguiendo las pautas establecidas mediante esa rúbrica o lista.

Cuando el proceso evaluado contempla los tres aspectos: la evaluación docente-disiente, la autoevaluación y la co-evaluación, es cuando realmente se monta el trípode que sustenta la progresión, entendida siempre como el recalcar los logros, sin dar la importancia que actualmente damos a lo "no conseguido" o a los "errores cometidos".

La idea de evaluación es la de mostrar todo lo conseguido, la de felicitar por los logros. Debemos tomar la rúbrica o las listas como indicadores de logro: "!!!Esto lo he conseguido!!!

viernes, 9 de marzo de 2018

Sobre la inconveniencia/incongruencia de una calificación numérica.

Comenzábamos la década de los ochenta del siglo pasado cuando uno de nuestros gobiernos publicaba una reforma educativa: La "LOECE", Ley Orgánica del Estatuto de Centros Escolares, una ley que no llegó a desarrollarse en su totalidad por la llegada de una nueva reforma educativa (Qué raro, ¿verdad?)

Bueno, no quiero perderme en ése árido desierto, aunque sí debo mencionar que, en el tema de la evaluación se publicaron dos instrucciones que la desarrollaban, una para el ciclo inicial (1981) y otra para  el ciclo medio (1982). y que por primera vez se intentó quitar la calificación numérica que se le asignaba al alumnado. Concretamente se decía:

2.3. El Profesor-tutor conocerá en todo momento el resultado del proceso de aprendizaje y formación de los alumnos a través de la evaluación continua, a lo largo del año académico lo consignará, en tres ocasiones y con la proporcional separación entre ellas, en el Registro Acumulativo de Evaluación. 
Este resultado se expresará en cada una de las áreas con los términos Progresa adecuadamente (P. A.) o Necesita mejorar (N. M.). Debe entenderse que un alumno "progresa adecuadamente" cuando superando los objetivos que haya programado el Profesor-tutor se pueda prever que no tendrá inconveniente para superar al final de los tres cursos que componen el ciclo medio, los niveles básicos de referencia del mismo. 
A este respecto, el Profesor-tutor tendrá presente: 
a) Que los objetivos que integren sus programaciones, teniendo como guía los niveles básicos de referencia, estarán siempre en función de las características de los alumnos. 


Antes de seguir con mi exposición, y especificar algunas de las ideas interesantes de esta normativa, recalcar que es una ley derogada, y que estaba pensada para aquella época que, evidentemente no es la actual. Ya ha llovido mucho desde entonces.

Primera idea: El Profesor-tutor conocerá en todo momento el resultado del proceso de aprendizaje. Es decir, estamos hablando de una evaluación continua y activa en todo momento. Y en este momento yo me pregunto: ¿La calificación me ofrece la visión evaluadora? Personalmente lo dudo.

Segunda idea: Este resultado se expresará en cada una de las áreas con los términos Progresa adecuadamente (P. A.) o Necesita mejorar (N. M.). Si esto es así, como de hecho lo fue, estamos ante la desaparición de la calificación numérica, esa a la que volvimos en la siguiente reforma. Reconozco que yo fui uno de los que en ese momento no reconoció la validez y el gran paso dado en este aspecto. Me causó un gran impacto y tenía un gran desconocimiento de cómo pasar a evaluar sin números ni palabras clasificatorias. Pienso que cuando se puso en práctica, no se recibió la correspondiente formación que rompiera la tradición numérica. La frase:"un alumno "progresa adecuadamente" cuando superando los objetivos que haya programado el Profesor-tutor se pueda prever que no tendrá inconveniente para superar ... ... los niveles básicos de referencia", es la que pasó más desapercibida.  Aunque no estoy de acuerdo con alguna parte de esta frase, sí estoy conforme con el espíritu de la misma: la visión a futuro de la evaluación como consecución por cada alumno o alumna de aquello que se pretende desarrollar.

Tercera idea: "Que los objetivos que integren sus programaciones, teniendo como guía los niveles básicos de referencia, estarán siempre en función de las características de los alumnos". ¿Sería esta frase la catapulta para hacernos pensar en que cada persona tiene unas características propias? ¿Estamos hablando de que, en una  clase con treinta personas tenemos treinta necesidades educativas personales? Pues sí. Lo pienso y lo creo, aunque a estas alturas sigo sin verlo en la realidad.

La siguiente reforma realizó un paso atrás, volviendo a un sistema calificador basado en números. Se establece la prevalencia calificadora/clasificatoria. Una pena. No se me quita de la cabeza la idea de que este cambio, volviendo a los números, no fue más que un intento de clasificar al alumnado, a los centros, a las comunidades autónomas...  para poder tener herramientas políticas y así echar en cara la no consecución de unos niveles estadísticos. Se pasa de la preocupación por el alumnado al ranking de una sociedad totalmente competitiva.

Hay miedo, por parte de los legisladores, a perder una herramienta que permite "regañar" por unos resultados. Todavía recuerdo una "consigna" que nos daban: "En una clase debe aprobar más del sesenta por ciento, ya que, si no obtienes esos resultados, vas a tener que hacer un informe y la inspección puede pedírtelo". Pero vamos a ver, ¿eso no es una falacia?

Lo de aprobar o suspender no es más que seguir el juego a la calificación. Esta idea no tiene en cuenta  en ningún momento el progreso del alumnado, no tiene en cuenta lo que consigue, sino lo que no consigue. Es como esa idea que yo he escuchado de "Todos tenéis un diez, y si no conseguís las cosas os voy bajando la nota".  

¿Perdón?

Sin más comentarios sigo con lo otro.

La aparición de las notas numéricas conlleva también la aparición del llamado fracaso escolar, que no es otra cosa que fijarse más en los defectos que en las virtudes, en lo que no ha alcanzado, más que en lo que se ha superado.  ¿No es una visión distinta de la evaluación?

Es más, el tema de hacer adaptaciones curriculares surge a partir de la visión cerrada que se tiene de que todo el mundo tiene que aprender lo mismo, realizar lo mismo, y además en el mismo tiempo. Por supuesto, estamos hablando de una homogeneización curricular, metodológica y temporal que en ningún caso existe. Cada uno aprende a un ritmo distinto y desarrolla sus capacidades cuando su nivel madurativo es el correcto, y no tengo motivos para "castigar" a esos alumnos y alumnas que van en ese momento más retrasados según ese programa homogéneo.

Llegados a este momento, ya sé lo que me vais a decir. Estamos encorsetados por unas leyes, por una ratio, por un horario y sobre todo por mucha burocracia. Es cierto. Pero si nos callamos y no expresamos que deberíamos hacer una educación personalizada, una educación en base al alumnado que tengamos, una evaluación donde realmente se valore los logros y no sea hacer una penalización por no alcanzar lo marcado para todos, una metodología acorde a nuestros tiempos y respetando las formas de asimilación tan dispares que encontramos en una clase, que necesitamos que una ratio baje,  que la distribución de los grupos se haga de una manera flexible, haciendo que se propicie un trabajo colaborativo y cooperativo en lugar de una competición "a ver quien tiene un 10", ... si nos callamos, jamás llegaremos a verlo. Incluso, los legisladores pensarán que lo están haciendo estupendamente.


Para no extenderme más en esta entrada, quisiera dejar claro que:

1.- La calificación numérica no es una evaluación.
2.- La evaluación debe estar basada en las auténticas capacidades del alumno, no en el completar un currículo encajado en ciclos, niveles, etc.
3.- Todos el alumnado, independientemente de si tiene una etiqueta de NEE o no la tiene,  necesita ser considerado como alumnado de necesidades educativas personales, y por lo tanto la adecuación, no sólo de currículo, sino de la metodología a usar debe ser también personal.

Estoy convencido que todo nuestro alumnado puede "progresar adecuadamente" si las bases en las cuales nuestro trabajo se desarrolle son las adecuadas para cada una de las alumnas y alumnos que tenemos.